Los jóvenes y las urnas del 2024. Por Caleb Ordoñez T.

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Nacieron con un smartphone en las manos; vivieron los estragos de una pandemia; conviven diariamente con el escarnio de la narcocultura; saben lo que es la guerra y recibir noticias de ella diariamente. Así vive la nueva generación, la que podría definir a la próxima o próximo presidente de México.

Las elecciones del 2024 tienen un ingrediente histórico muy interesante: Casi 16 millones de jovenes votarán por primera vez en comicios presidenciales. Una cantidad altísima que tiene en la mira a este sector pues definirá quién ganará la elección más grande de la historia.

Para la gran mayoría de la nueva generación, Vicente Fox es solo un “meme”, pues no habían nacido durante su gobierno, o bien, no recuerdan nada de el.

La trascendencia del voto joven es vital. Para las elecciones del 2024 en México se presenta como un factor crucial que puede moldear el rumbo político del país, pues la decisión de mantener el régimen podría impactar directamente no solo los siguientes seis años, sino una generación completa. El otorgar más poder a Morena podría significar el establecimiento de la 4T por mucho más tiempo del que se podría imaginar. Los nuevos votantes no vivieron la hegemonía de un partido único o que fuera aplastante. Ahora podrían conocerlo.

Por otras parte, a medida que la generación más joven madura, asume un papel activo en la sociedad, su participación en el proceso electoral adquiere una relevancia significativa. Es por eso que la estrategia de la oposición (FAM y MC) está dirigida a este sector.

En primer lugar, es imperativo reconocer que los jóvenes representan una parte sustancial de la población mexicana, pues los mexicanos entre 18 y 29 años suman 37.5 millones. Su voz colectiva tiene el poder de influir en la toma de decisiones y en la formulación de políticas que afectarán directamente su futuro. Ignorar esta demografía sería marginar una perspectiva valiosa y diversa que enriquecería el debate político.

Y aunque es cierto que la juventud aporta una energía renovadora y una mentalidad progresista que puede desafiar las ideas establecidas. La realidad es que, según el INE, son el sector más apático y de mayor abstención al voto.

En 2018, se logró persuadir para que el 52.6% de los registrados en el padrón, entre 18 y 29 años, fueran a votar.

Una decisión vital para la democracia del futuro.

En un momento en el que la sociedad enfrenta desafíos complejos, como la crisis climática, la desigualdad social y la transformación digital, las nuevas generaciones tienen la capacidad de impulsar cambios significativos y adaptarse a las demandas del siglo XXI. ¿Cuál de las candidatas o el candidato a la presidencial representa estas ideas?

Al involucrarse en el proceso electoral, los jóvenes no solo ejercen su derecho al voto, sino que también contribuyen a la construcción de una sociedad más informada y comprometida. Esta participación temprana sienta las bases para una ciudadanía activa a lo largo de la vida. Lamentablemente, han sido utilizado como botín durante décadas.

El voto joven no solo es esencial para el presente, sino que también tiene implicaciones a largo plazo. Los líderes políticos elegidos en 2024 influirán en la dirección que tomará México en los años venideros. Por lo tanto, su participación no solo es un acto de expresión individual, sino también debería ser una contribución colectiva a la configuración del país que heredarán las futuras generaciones.

Es necesario abordar los factores que puedan obstaculizar la participación de los jóvenes, como la falta de información, la desconfianza y desilusión en las instituciones políticas o las barreras socioeconómicas.

Esta elección definirá si los jóvenes votarán por otro joven (Samuel García) o cuál de las dos candidatas (nacidas en los años 60) pueden atraer su atención y movilizar su voto.

El voto joven es la duda más grande en las elecciones del 2024 en México, pero es un componente esencial para construir una democracia vibrante y representativa, que no logra consolidarse en el país.

La inclusión de las voces juveniles no siempre enriquece el panorama político. La decisión de Pedro Kumamoto para unirse al partido oficialista demostró que las juventudes reaccionan a cambios abruptos de ideologías y aunque el castigo lo hacen en redes sociales, el impulso de la decepción podría hacerlos levantarse de sus asientos y formalizar su castigo a través del voto.  Por eso, que probablemente veamos movimientos en redes sociales que buscarán cambiar los paradigmas de las campañas políticas.

Se ha catalogado a esta generación como la más desafiante, sin embargo la realidad es que, representan a la más desafiada por grupos radicales que buscan polarizar sus ideas, a fin de dividir la sociedad en sectores opositores. Todo lo contrario a las decisiones que reflejen las aspiraciones y preocupaciones de una sociedad diversa y dinámica. Esta generación puede demostrar en 2024, que no puede ser fácilmente manipulada.

Sin importar las tendencias ideológicas o corrientes políticas de “izquierdas” o “derechas”. En América Latina, los jóvenes han despertado para involucrarse activamente en las campañas políticas. A pesar de que el sector que menos cree en la democracia oscila entre los 16 y los 22 años, países como Colombia, Argentina o Chile, han demostrado que la participación juvenil puede cambiar drásticamente la balanza. México no tiene porque se la excepción.

Finalmente, es responsabilidad de todos fomentar un ambiente propicio para que los jóvenes ejerzan su derecho al voto y participen en la construcción del México que desean heredar.

En ellos, se deberán de focalizar los esfuerzos, de cualquier candidato que quiera representarlos o gobernarlos. Y para eso deberá primeramente, entenderlos de fondo.