El silencio del México suicida. Por Caleb Ordoñez T.

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En la ajetreada vida del país, donde millones de personas trabajan día a día para sobrevivir, se ahonda la crisis de enfermedades mentales, que se han convertido en una pandemia sin solución, aparece en todos los puntos cardinales.

Caleb Ordóñez T.

Durante el encierro global del 2020, en plena crisis sanitaria y económica, la prevalencia de depresión en México aumentó un 71%, según la OCDE. Aunque en 2021 y 2022 se logró reducir raquíticamente la prevalencia de estas condiciones, todavía 2 de cada 10 personas enfrentan depresión o síntomas relacionados.

Donde más ha pegado este flagelo, es en el tormentoso silencio que pesa sobre la juventud mexicana, pues se teje una preocupante realidad que demanda nuestra atención: los alarmantes -e históricos- índices de suicidio juvenil durante estos últimos años.

Aunque la mayoría de los diagnósticos oficiales de depresión y ansiedad se dan en adultos, la mayoría de los suicidios ocurren en grupos más jóvenes. En 2022, el suicidio fue la cuarta causa más común de muerte en niños y adolescentes de 10 a 14 años y la tercera en jóvenes de 15 a 24 años.

El entorno decadente.

En nuestro país, cada dos horas se registra un suicidio en la población entre 15 y 29 años de edad, alertó Zoe Robledo, director general del  Instituto Mexicano del Seguro Social.

Se estima que para Septiembre del 2023 ya se habrían superado el récord anual de 8,123 suicidios que se registró en 2022.

Un dato interesante, es que según el Inegi, las mujeres mexicanas declaran en un 16.78% vivir en un estado permanente de depresión, mientras que solo el 9.1% de los hombres dice convivir con dicho trastorno. Sin embargo, las tasas de defunciones por suicidio son de 10.5 casos por cada 100 mil varones en 2002; y de 2.3, entre las mujeres.

Esto, nos muestra que los niveles de depresión, de angustia y de ansiedad entre los hombres se encuentran subestimados. Quizá derivado a la construcción de identidades, donde el varón debe mostrar una careta ante la sociedad.

Entre las sombras de esta problemática, emerge la necesidad urgente de explorar sus raíces y buscar soluciones para la generación que enfrenta este desafío.

La alarmante cantidad de suicidios en México durante 2023 podría deberse a diversas razones, como factores socioeconómicos, violencia, problemas de salud mental, presiones académicas, desafíos familiares o la falta de recursos y acceso a servicios de salud mental. A todo esto debemos sumar las cifras de aumento -también históricas- de todo tipo de estupefacientes, que ha derivado una colosal cantidad de adicciones, entre los mas jóvenes.

Identificar estas causas específicas en comunidad, es crucial para implementar estrategias efectivas de prevención y apoyo.

Esta situación resalta la urgencia de abordar en todo ámbito la salud mental y promover entornos que fomenten el bienestar emocional entre la población juvenil. Pues ninguna estrategia pública, de cualquier gobierno local o el federal, ha logrado avanzar para atacar efectivamente este tormentoso problema.

Un problema de todos.

También es muy notoria la falta de redes familiares de apoyo. La gran mayoría de familiares cercanos de suicidas, aseguran nunca haber reconocido ansiedad, pánico o depresión en ellos.

Desde hace 11 años el INGEI decidió quitar de sus estadísticas anuales, la cantidad de intentos de suicidio. Lo cual ahora es imperante, pues esos datos ayudarían a profundizar aún más, a fin de disponer de mayor evidencia para pensar en los alcances y gravedad del fenómeno, y en esa medida, en nuevas políticas y programas.

Ante el arranque oficial de las precampañas políticas en México, vale la pena preguntar a cada candidata y candidato, -cuál sea el puesto que persiguen- ¿Qué tanto les interesa atacar la pandemia permanente de la salud mental en su comunidad?

Pues el fantasma de la depresión recorre diariamente todos los espacios públicos y privados. Nadie es ajeno a la posibilidad de caer en el gran hoyo de la inestabilidad mental.

Por todo esto, la reflexión colectiva debe de estar centrada en, primeramente, estar alerta de nuestra condición mental; solucionar algún indicio o síntoma que pudiera afectarla. De ser así, buscar ayuda profesional.

Pero ante todo, identificar entre nuestros familiares y amigos, como poder convertirnos en un respaldo o acompañamiento. A fin de que quienes estén atravesando un valle de sombras, impregnado de ansiedad o depresión, puedan confiar en nosotros para juntos evitar más trastornos o un final abrupto y sin sentido.