El laberinto de García Harfuch. Por Caleb Ordoñez

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A nueve años de la desaparición de 43 jóvenes normalistas de Ayotzinapa, la herida sigue más abierta que nunca.

El tema fue abrazado y levantado como bandera por la izquierda mexicana por muchos años. La esperanza de que Andrés Manuel López Obrador llegara al poder se fue oscureciendo luego de que los resultados fueron prácticamente nulos.

Esta situación ha creado una división silenciosa, pues quienes apoyan desaforadamente al presidente suelen tratar de excusarlo; mientras qué hay otro gran grupo de morenistas que mejor guardan silencio, pues no quieren defender, lo indefendible.

El duelo de todos los padres de los estudiantes sigue latente. Su enojo ante las promesas incumplidas, es evidente.

Y en medio de todo este decepcionante panorama aparece el nombre de Omar García Harfuch. El ex súper policía de la Ciudad de México es el precandidato mejor posicionado en las encuestas para gobernar la capital del país.

Nadie puede negar que es el gran favorito de Claudia Sheinbaum, quien comandará los comités de defensa de la 4T.

El mismo García Harfuch ha confesado que antes de tomar la decisión de lanzarse como precandidato consultó a su ex jefa para poder tomar la decisión. La respuesta de Claudia fue afirmativa y desde entonces, “la cargada” capitalina también lo apoyó, aunque no haya tenido pasado morenista.

Los dados se ven claramente cargados hacia el destacado ex jefe de la policía capitalina. Las encuestas señalan que es apoyado también por las clases medias, incluso de otros partidos.

Su perfil se muestra técnico y moderado; pero fiel a la causa de Sheinbaum, por lo tanto, estaría apostando todo su capital político en esta aventura, donde Morena es claro favorito, ante un Frente Amplio por México que no ha logrado posicionar -hasta hoy- un perfil para competirle.

El primer reto.

Con muy pocos días de precampaña, el fuego amigo ha sido encendido de forma atroz contra Omar.

¿De dónde podrían venir los ataques? Se preguntan sus apoyadores.

No tendríamos que ser expertos, ni eruditos en política para deducir que su competencia directa tiene la labor de reducir esa gran ventaja -de hasta 15 puntos-.

La única competidora de Harfuch, es Clara Brugada. El perfil de esta precandidata es el más apoyado por los cuadros radicales del obradorismo. Es una destacada delegada de Iztapalapa, la región más morenista del mundo.

Brugada es fundadora de su partido; una fiel soldada de López Obrador; brava radicalista de la 4T. Entre decenas de etcéteras que respaldan sus anhelos de llegar a la candidatura por la gran capital. Sin embargo, nunca había estado en esta posición, la de ser el segundo lugar.

Clara sí es experta en campañas políticas, sus más de 40 años en ese oficio lo confirma. Ha participado en una infinidad de contiendas y esta no quiere perderla, sabe que tiene una inmensa oportunidad. Pero Harfuch se ha convertido en una fuerte pared para sus intenciones.

El pasado miércoles, un día antes de que Morena de a conocer los cuatro precandidatos de la CDMX, que irán a la encuesta. Las redes sociales se llenaron del nombre de García Harfuch para involucrarlo directamente con el tema que abordamos al inicio de este texto: La desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa.

La controversia nace de la alusión que hace el subsecretario Alejandro Encinas, quien confirmó que el nombre del exsecretario de Seguridad capitalina aparece en los informes de la Comisión de la Verdad por su presencia en la junta de autoridades donde se fabricó la llamada “verdad histórica”.

Encinas no dijo mucho, solo aceptó que el nombre de Omar está en las listas de las juntas. Sin dejar en claro cuál fue la actuación que tuvo el ex policía, ¿está involucrado en la construcción de la verdad histórica junto a Jesús Murillo Karam o solo fue uno más de los que participaron en la estrategia de búsqueda?

Harfuch no se queda callado; muestra que quiere dar la pelea de forma contundente y política. El ex policía le contestó a Encinas: “En las reuniones en las que participé se establecieron las líneas de acción para la búsqueda de las jóvenes, sin abordar temas de investigación. Lo digo con claridad y firmeza: nunca participé en los lamentables acontecimientos ocurridos en Ayotzinapa”.

Operación: conciliación

Sabe Omar que su perfil es incómodo para muchos grupos izquierdistas radicales. Quizá sabe también, que harán hasta lo imposible por desbancarlo y posicionar a Brugada, quien se ostenta de representar los valores ya mencionados.

García Harfuch, ha entrado en un primer laberinto político que deberá enfrentar con un oficio muy distinto al que ha aprendido en las corporaciones policiales. Si realmente es capaz de unir a las huestes morenistas que se han dividido por decenas en la capital, entonces tendrá la credenciales suficientes para representar al partido del presidente.

¿Cómo responderá a los embates de su propio partido? ¿Cómo logrará convencer a sus compañeros de que si puede defender las causas izquierdistas que han hecho ganar a esa corriente durante más de dos décadas?

Tiene cinco semanas para lograr posicionar su liderazgo y darle la suficiente confianza a los morenistas de tener la capacidad de no sólo ganar una elección, sino de ser un gobernante que no traicione los principios de la auto llamada 4T.

¿Cuál será la estrategia del nuevo morenista?